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  • III Encuentro Nacional de Mujeres Profesionales, celebrado ele 18 de enero

foto familia“Las ciudades nos cuidarán si hacemos de ellas espacios más amables, humanos, que partan de una planificación global e integral”. Esta fue una de las reflexiones de la presidenta del CSCAE, Marta Vall-llossera, en la mesa redonda “Repensar los cuidados desde las profesiones”, que tuvo lugar el miércoles, 18 de enero, en el marco de la tercera edición del Encuentro Nacional de Mujeres Profesionales, organizado por el Consejo General de la Abogacía y Unión Profesional, con los cuidados, las profesiones y la igualdad de género como leit-motiv. 

Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía y Unión Profesional, hizo mención a las dos ediciones anteriores, dedicadas al trabajo de la igualdad en el seno de las organizaciones colegiales y a la labor de las profesiones en materia de prevención en violencia de género, y destacó la necesidad de concebir el cuidado en clave de ética humana, inherente a las sociedades democráticas.

Desde su perspectiva, “el momento de la simple comprensión hacia la problemática de los cuidados ha quedado atrás, y hemos de empezar a considerarla una cuestión de estado. Los cuidados trascienden el ámbito de la persona dependiente, están ligados a largo plazo a la sostenibilidad humana y medioambiental”. Por eso mismo, añadió que “es urgente desarrollar políticas públicas de amplio alcance y repensar cómo percibimos los cuidados, qué impacto tienen en nuestra vida colectiva y por qué siguen vinculados a las mujeres en su mayor parte”.

 

Profesiones, cuidados e igualdad de género

La mesa redonda, moderada por la periodista e historiadora Carolina Pecharromán, contó con la presencia de la presidenta del CSCAE. Marta Vall-llossera partió de su ámbito para reflexionar sobre la idea de cuidado: “La arquitectura es una profesión, y las profesiones tienen sus arquitecturas. Hacer habitable una implica hacer habitable la otra”. A partir de ahí, destacó: “La arquitectura redefine nuestros espacios de vida y trabajo y contribuye por tanto de modo decisivo a la mejora de nuestra salud mental, emocional, física y social. Ampliando la perspectiva, cabe decir lo mismo del urbanismo: las ciudades nos cuidarán y mejorarán nuestro día a día si hacemos de ellas espacios amables, humanos, que partan de una planificación global e integral”.

Por su parte, Noelia Rodríguez, vicepresidenta del Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales, abundó en la idea de repensar profesiones y cuidados desde la transversalidad, “lo que nos obliga a poner a las personas en el centro del discurso, no a las tareas ni a los instrumentos. Resulta así que todas las profesiones son importantes, todas son ejercidas por personas y todas desembocan de un modo u otro en las personas. La consecuencia lógica es que ya no tiene sentido pensar las profesiones desde la óptica de la competencia entre ellas sino desde el pensamiento interdisciplinario, la sororidad y la idea de lo colectivo”.

Carmen Sampayo, presidenta de la Comisión de Igualdad del Consejo General de Economistas, recordó que “no puede abordarse el tema de los cuidados sin atender a sus repercusiones económicas, a las precondiciones materiales, evidentes y más ocultas, que implica la gestión de los cuidados”, acentuando el hecho de que “la decisión de quién cuida en un entorno afectivo tiene un coste económico que suele recaer en las mujeres, con lo que ello implica en términos de brecha salarial, de paradójica menor presencia en los ámbitos de poder donde se toman las decisiones sobre este tema”. 

Para Pilar del Pueblo López, secretaria de la División de Psicología del Trabajo, las Organizaciones y los Recursos Humanos del Consejo General de Psicología, no puede hablarse de cuidados sin que la sociedad se cuestione el modo en que están codificados en la esfera pública a fecha de hoy: “El cuidado se halla vinculado todavía a las emociones, y lo mismo nos sucede a las mujeres. Esto significa que el colapso de la cuidadora, su desbordamiento de trabajo y su desgaste psicológico, lo que llamamos el síndrome del cuidador, se reconoce y comprende, pero no se aborda de un modo sistémico ni se valora a todos los efectos”. Destacó cómo cuidar a los demás no tiene precio, pero sí tiene un coste personal y relacional, de pérdida de oportunidades, que incide en el individuo y también en la sociedad. Por esto mismo, indicó: “Es necesario cambiar el punto de vista, comprender que cuidar es un proceso sociológico y que podemos aspirar colectivamente a que sea beneficioso, tanto para el cuidado como para el cuidador”, subrayó.

Más información: https://www.unionprofesional.com/las-profesiones-comprometidas-con-la-transformacion-del-sistema-de-cuidados/

Vídeos del encuentro: https://www.unionprofesional.com/iii-encuentro-nacional-de-mujeres-profesionales/

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