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Columna de opinión de Lluís Comerón, presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, publicada en Expansión. 

“Ciudades para vivir mejor y activar la economía”

Tenemos la mirada puesta en la crisis sanitaria y la necesidad de contener los contagios, pero, cuando las medidas para proteger a trabajadores y empresas, manteniendo la economía en “coma inducido” cesen, la recesión aflorará con toda su crudeza. En primavera constatamos la importancia de anticipar las medidas sanitarias cuando ya era tarde. Ahora, aún podemos contener la depresión económica con decisiones estratégicas lúcidas, consensuadas y urgentes en sectores clave como la edificación, donde un millón de empleos depende del acierto en las medidas que se adopten.

La gravedad de la situación requiere un volumen ingente de recursos que, inevitablemente, limitará las actuaciones públicas de los años posteriores. Pero también seguimos inmersos en una transición disruptiva en la que nuestro bienestar, la competitividad del país y la preservación del planeta están supeditados a la capacidad de acometer las transformaciones necesarias para una sostenibilidad medioambiental, social y económica que incorpore plenamente los procesos de digitalización y globalización.

En consecuencia, los planes de recuperación deberán priorizar sectores que, además de reactivar la economía de forma viable mientras convivimos con la pandemia, sean una inversión de futuro garantizada, capaz de acelerar la transición hacia una economía alineada con la Agenda2030 y las estrategias europeas, que condicionarán la captación de fondos.

La renovación de edificios y viviendas y la transformación de nuestros pueblos y ciudades es una necesidad apremiante para responder a las nuevas necesidades, luchar contra el cambio climático, adaptar los espacios públicos a nuevas prioridades, facilitar el acceso a una vivienda digna y adecuada, potenciar la salud, garantizar la accesibilidad universal y revertir los desequilibrios territoriales entre el mundo urbano y el rural.

La arquitectura y la calidad del entorno construido en nuestros pueblos y ciudades ha sido un elemento de bienestar y un factor de competitividad muy enraizado en la cultura europea. Apostar por la renovación urbana, incorporando los aprendizajes que ha dejado el confinamiento y las prioridades que marcan el Pacto Verde y la Ola de Renovación de la UE, garantizará que sigan siendo un activo y no un lastre.

El sector de la edificación ha adaptado con eficacia las medidas de contención del Covid19. Modernizado, está preparado para los nuevos retos y, puesto que todavía arrastra los efectos de la anterior recesión, con una actividad por debajo de la media europea, tiene un claro potencial de crecimiento. Mientras que, en los países de nuestro entorno, la transformación del parque construido se produce a un ritmo medio anual del 2% que la UE recomienda elevar al 3%, en España ese porcentaje es muy inferior. Alcanzar el nivel europeo crearía 400.000 empleos directos nuevos. Pero si consideramos, además, que una caída pronunciada de la actividad actual pondría en riesgo buena parte de los 1,27 millones de empleos directos actuales, las acciones públicas de reactivación sobre edificación pueden suponer el mantenimiento y la creación de casi un millón de puestos de trabajo estables.

La actividad del sector depende de inversiones privadas y públicas que pueden posponerse o acelerarse, según la coyuntura. En estos momentos, con el futuro del sector, nos jugamos también el país. Por eso, es preciso un plan estratégico integral que coordine las políticas de vivienda, rehabilitación y regeneración urbana, transición energética, digitalización y agilización administrativa en sintonía con la Agenda Urbana Española, y nuevos instrumentos estatales, autonómicos y locales para un marco económico, normativo, financiero y administrativo que impulse la actividad en los próximos años, canalizando adecuadamente los recursos públicos, incentivando la inversión privada.

Este plan estratégico integral debería contemplar las necesidades de modernización urbana tanto en la rehabilitación de viviendas y edificios, donde la actuación de las administraciones públicas debe ser ejemplar, como en obra nueva allí donde es necesaria y en regeneración de espacios urbanos. Teniendo en cuenta la diversidad de los edificios y ámbitos en los que debe actuarse, el primer paso para garantizar la eficiencia de las inversiones es impulsar los proyectos y estudios previos específicos que permitan identificar y programar las actuaciones óptimas en cada caso.

Pero, para evitar la destrucción de empleo en el sector antes que se puedan implementar las ayudas europeas, es necesario activar ya la inversión privada con una fiscalidad favorable como han hecho en Inglaterra, eliminando el IVA de las viviendas y en Italia, con una desgravación del 110% de la inversión en rehabilitación.

Modernizar nuestros pueblos y ciudades es sin duda una de las mejores opciones para impulsar la recuperación económica y social del país, mejorando la calidad de ese entorno construido para que sea más sostenible, eficiente y podamos vivir mejor.

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