“Construirnos un futuro mejor”
por Lluís Comerón, presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España
Artículo de opinión publicado en La Vanguardia el 4 de abril de 2020
Levantar y mejorar viviendas, edificios y espacios públicos, configurando nuestros pueblos y ciudades para construirnos un futuro mejor, es una actividad consustancial a las sociedades humanas, que constituye la base del trabajo de los arquitectos.
Las migraciones de los años 60, el crecimiento económico de los 80 y el aumento demográfico posterior requirieron un esfuerzo para construir nuevas viviendas que se paralizó con la crisis financiera de 2007. Desde entonces, la actividad de la construcción, en general, y la de los arquitectos, en particular, cayó cerca del 90% y ha permanecido casi paralizada, manteniéndose inferior a la de cualquier otro periodo de los últimos 50 años, a pesar de los ligeros repuntes que se han registrado.
Antes de que se desencadenara esta pandemia, frente a la emergencia climática y el insostenibilidad de los modelos productivos, sociales y urbanos actuales, ya éramos conscientes de la necesidad de impulsar una transformación profunda de nuestros edificios, ciudades y territorios para seguir proporcionándonos bienestar y salud, garantizar el derecho a la vivienda y responder a las necesidades y demandas de la ciudadanía en materia de accesibilidad, funcionalidad y adaptación a las nuevas formas de vida y de trabajo, recuperando el equilibrio medioambiental.
Estas semanas de confinamiento nos han permitido constatar el valor de la calidad de nuestro entorno construido para sentirnos bien. La luz del sol a través de ventanas adecuadamente dispuestas; la utilidad de terrazas y galerías, como espacios intermedios de contacto con el exterior, o el tamaño y las proporciones de dormitorios y salas, más allá de la calidad material de los elementos constructivos, aportan confort, mejoran la habitabilidad de los espacios e, incluso, facilitan la convivencia familiar. Ahora somos más conscientes que nunca de que la arquitectura es un instrumento esencial para nuestra calidad de vida.
Pero la pandemia de COVID19, además del impacto sobre la salud, acarrea graves consecuencias económicas. En nuestra profesión, una reciente encuesta impulsada por el CSCAE y los colegios de arquitectos ha revelado una caída del trabajo cercana al 50% y, según las previsiones, hasta final de año, también lo harán los nuevos encargos, con la consiguiente pérdida de ingresos.
La situación es inédita y difícil para el conjunto de la sociedad y muy dura para un sector que no se había recuperado de la crisis anterior. No obstante, los retos que teníamos claros antes de la pandemia se mantienen y acelerar la estrategia para darles respuesta puede ser clave en la recuperación económica. Sobre todo, con un sector de la construcción centrado en la rehabilitación y la renovación urbana como factores de cambio. Solo alcanzando el nivel de actividad que ya tiene en los países de nuestro entorno, donde ocupa al 3,9% de la población activa, cuando en España esta tasa solo es del al 2,2%, podría dar empleo a corto plazo a unos 400.000 trabajadores. Así, la construcción evitaría ser parte del problema, como sucedió en la crisis anterior, y contribuiría a la solución. Y aquí los arquitectos tenemos un papel fundamental.
Es el momento de impulsar con políticas públicas claras, consensuadas y suficientemente dotadas la rehabilitación y la renovación urbana como motores de recuperación y de cambio, capaces de reactivar la economía y de acometer, al mismo tiempo, la actualización necesaria de nuestras viviendas, edificios y barrios para construirnos ese futuro mejor que todos queremos.