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Jordi Ludevid, presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), fija los retos más urgentes de la arquitectura y el urbanismo en nuestro país. Porque una ciudad más amable es posible

Artículo publicado en ABC (Madrid) - Cultural

La ciudad contemporánea ha cambiado sustancialmente en los últimos decenios. Los arquitectos españoles hemos reorientado el enfoque. Quisiera glosar este cambio para mostrar cómo la arquitectura sigue añadiendo un valor incalculable en las ciudades.

Nuestra misión es la construcción de la ciudad. Sin ella, cabría hablar de edificación más que de arquitectura. Esta dimensión social y colectiva es constitutiva de la disciplina. La arquitectura latina, la española, no puede olvidar su discurso urbano. Una peculiaridad que nos hace competitivos frente al modelo anglosajón, quizás más business friendly, pero sin duda menos urban and city friendly.

Decía Antonio Fernández Alba que el anhelo de la ciudad, después de la palabra, es lo más grande que ha hecho la inteligencia humana. En el año 2050, un 70 % de los ciudadanos del mundo vivirán en ellas. Recordemos algunos puntos básicos.

Inversión responsable

El valor más determinante es el que resulta de su forma. Anticipar sus problemas significa soslayar costes sociales inmensos. Esa sería la primera gran tarea, de gran impacto económico, como recuerda Joan Busquets.

La economía del conocimiento y la información en la que estamos es urbana, destacando la importancia de los espacios de los flujos e infraestructuras (visibles o invisibles). La moneda de cambio son las ideas. Como recuerda José Ballesteros, «el arquitecto es también un indexador de información, un mezclador, capaz de dar forma y construir energías tangibles y no solo físicas de la ciudad contemporánea».

Algunos espacios de la ciudad –plazas, calles– pierden parte de sus antiguos usos porque estas funciones se hacen por medios electrónicos. Una ciudad electromagnética, substituye en parte a la física. Como pronosticaba Manuel Castells, estamos socializando los espacios de los flujos, al tiempo que digitalizamos los espacios de los lugares. A eso, algunos lo llaman smart cities.

La parte por el todo

Cuarto. En general, las ciudades europeas ya no crecen en mancha de aceite, sino que se transforman internamente. Se trata de un urbanismo «transformacional y arquitectónico», que permite repensar y mejorar la ciudad entera a partir de una de sus partes y que ahora recibe una encomienda decisiva, como lo es la de la rehabilitación masiva, la regeneración, el reciclaje. Estas últimas, serán arquitectónicas o no serán eficientes. Es del todo insensato rehabilitar a retazos. Necesitamos planes, proyectos inteligentes, que ahorren esfuerzos duplicados. No deberíamos rehabilitar ( al menos con dinero público) energéticamente edificios si estos no son seguros y accesibles. He aquí una transversalidad cuya resolución eficiente resuelve la nueva arquitectura. Sin olvidar la domótica al servicio de las personas.

La naturaleza entra de nuevo en las ciudades y cobra un protagonismo desconocido. La arquitectura del paisaje ocupa la tarea de tantos arquitectos españoles especializados en proyectos de nueva generación, necesarios e imprescindibles. La Bienal del Paisaje de Barcelona, seguramente la más importante del mundo, es buena muestra de nuestra competitividad en esta materia.

Momentos sublimes

Los arquitectos preferimos solucionar problemas antes que crear momentos sublimes. Y como observar es inventar, esa actitud permite la aparición de nuevos contenidos sociales para la profesión, que recuperan el papel y el impulso, cuya tradición no vamos a perder. En las ciudades, en las redes, en los barrios… Decía Jaime Lerner, arquitecto ex alcalde de Curitiba, que lo más importante en materia de innovación es comenzar. También las ciudades españolas necesitan imperiosamente de innovación si queremos salir de la crisis.

Las ciudades se estructuran sobre una base histórica patrimonial heredada que necesita permanentemente criterio arquitectónico para su interpretación y conservación. Un patrimonio que incide en la memoria colectiva, el turismo y la economía. Tenemos ahí muchísima tarea pendiente.

La seguridad es nuestra tarea prioritaria y más transversal. La construcción de edificaciones, su rehabilitación y transformación son actividades que generan responsabilidades que requieren conocimientos específicos intensos, especialización formativa y capacidad facultativa bajo todo tipo de formatos empresariales.

 

Estamos lejos de la burbuja. «Se apagaron las farolas y se encendieron los grillos » . Iñaqui Ábalos, comisario español para Venecia y profesor residente en Harvard, decía que « solo se genera una cultura urbana con diálogo y confianza entre políticos, arquitectos, urbanistas y ciudadanos » . Una nueva cultura urbana y arquitectónica, que hoy se fundamenta en la sostenibilidad y el medio ambiente, la eficiencia económica y la cultura, el patrimonio y el reciclaje, la innovación y, sobre todo, en la seguridad y el confort de los ciudadanos.

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