Ha sucedido de repente y sin estar preparadas para ello. Nuestro espacio habitable se ha comprimido al espacio de la vivienda, la percepción de la calle se ha reducido a lo que se ve desde la ventana (indiscreta), y la multitud de las personas con las que nos relacionamos físicamente día a día se ha limitado a nuestros co-inquilinos animales, incluidos los humanos. Un confinamiento obligatorio, sin precedentes, nos obliga a mirar la casa como un universo en sí mismo.
Artículo de Escola SERT en este enlace