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El 'superurbanista' Ricky Burdett: "Que Madrid crezca sin límites es una idea terrible"

Urbanismo

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Vista área del centro de Madrid. SHUTTERSTOCK

El artífice del rediseño de Londres tras los Juegos culmina, después de década y media, una trilogía de ensayos sobre el crecimiento urbano. "El problema no es sólo que esto esté pasando, sino la velocidad a la que está ocurriendo", advierte

El fenómeno explica el vaciado de la España interior y la aparición de megalópolis en todo el mundo: en 2050, el 70% de la población vivirá en ciudades

El mismo día que Madrid presentó su candidatura olímpica con aroma a desayuno -«a relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor», en palabras de la alcaldesa Botella-, Ricky Burdett trabajaba en un informe para mantener el estatus de Reino Unido como hub aéreo internacional. Era septiembre de 2013 y apenas había transcurrido un año desde la clausura de los Juegos de Londres, en los que el catedrático de la London School of Economics -y uno de los mayores expertos del mundo en megaciudades- ejerció como asesor principal en materia de Arquitectura y Urbanismo.

Su labor, no ya en la construcción de la villa olímpica, sino en el rediseño de la capital británica, la ciudad en la que nació en 1956, es conocida: logró reducir el desequilibrio entre el Oeste rico y el Este pobre dotándolo de conectividad, servicios públicos, vivienda asequible y los intangibles de lo charming. «La diferencia entre una parte y otra de Londres era siete años de esperanza de vida, la misma que entre Quito y Buenos Aires o Ho Chi Minh y Hong Kong», resume de forma gráfica su intervención en la zona, donde se han creado desde entonces 1.000 empleos, muchos de ellos ocupados por mujeres.

Ahora, este proyectista sesentón de look patricio y conversación pausada, tan referente en lo suyo como Mary Beard en la Historia de Roma o David Attenborough en la divulgación naturalista, acaba de publicar como coeditor la colección de ensayos Shaping Cities in an Urban Age (Phaidon). Es la tercera y última entrega de una investigación global sobre el futuro de las ciudades que, en la última década y media, ha analizado más de 40 megalópolis (Nueva York, Shanghai, Johannesburgo, Ciudad de México, Bombay, Sao Paolo, Estambul...).

¿Cómo se acaba con la vivienda especulativa? Con impuestos, como en Dinamarca: casa vacía, casa que paga

Ricky Burdett, catedrático de la London School of Economics

«Las condiciones y las fuerzas que configuran el entorno urbano han cambiado drásticamente desde mediados del siglo XX. El aumento exponencial de la urbanización y la globalización, el fuerte ascenso de la migración y el crecimiento informal, los efectos transformadores de las nuevas tecnologías de la información, el impacto sobre el cambio climático, la conciencia de la escasez de recursos y el profundo aumento de la desigualdad han afectado a la dinámica del crecimiento urbano», señala Burdett en la reflexión con la que se cierra el libro. «Ante un conjunto tan complejo e interconectado de causas y efectos, existe un paradigma reduccionista que interpela a cualquiera que tenga la responsabilidad de hacer lo que es debido. En esta ideología, las ciudades se consideran problemas que hay que solucionar, en lugar de unos metabolitos frágiles que hay que modelar, dirigir y cuidar»

El arquitecto Ricky Burdett, artífice del rediseño urbanístico de Londres.

¿Dónde viviremos dentro de 50 años? ¿Qué ventajas y desventajas tiene habitar una ciudad? ¿Cómo nos influye el entorno? ¿Qué valores urbanísticos deberían potenciarse y cuáles rechazar? Burdett se pone cómodo en la oficina de la galería Ivorypress (Madrid) y responde a cuestiones que deberían interesarnos a todos: casi el 70% de los habitantes del planeta vivirá en ciudades en 2050.

A pesar de esta tendencia, usted señala que las urbes todavía se diseñan con criterios ideológicos y espaciales de hace 80 años: los de la Carta de Atenas, que contempla zonas funcionales rígidas (centros de negocios, polígonos industriales, parques comerciales y de ocio, distritos administrativos, barrios residenciales...). ¿Cómo debería ser la ciudad del siglo XXI?
Cada vez más personas -en Asia, África o América Latina- se trasladan a las ciudades por varias razones, pero en última instancia lo hacen porque allí pueden tener una oportunidad. Es así de sencillo, y es probable que la concentración urbana siga creciendo hasta que llegue a una meseta a partir de mediados de siglo. El problema no es sólo que esto esté pasando, sino la velocidad a la que está sucediendo. Cada minuto y medio, una persona nace o llega a Daca (Bangladesh), Kampala (Uganda) o Lagos (Nigeria). Piense en términos de vivienda, atención sanitaria, alcantarillado...
El caos.
Lo que me preocupa del modelo de la Carta de Atenas es que delimita funciones: la vivienda aquí, las compras allí, el trabajo allá... Es decir, separa los ingredientes que hacen que la vida en la ciudad sea divertida y fresca. Todo el mundo quiere vivir en una ciudad donde se pueda caminar por la calle, comprar algo, ir a la escuela, la universidad o el trabajo y dormir no muy lejos. Hay una parte del libro sobre ciudades africanas en las que prevalace la Carta de Atenas. En una fotografía de Lagos se aprecia que han reservado una enorme porción de ciudad para rotondas, asfalto y nada más. Ya sabemos como será esa zona: estará muerta a las cinco y media de la tarde.
Sostiene que un efecto negativo de esa parcelación ha sido que «el potencial de transacciones cotidianas y encuentros no planificados ha disminuido», lo que empobrece la convivencia. ¿Rediseñar la ciudad supone repensar el ser humano?
No nos gusta estar solos, disfrutamos del intercambio de ideas, productos... De eso va vivir en una ciudad. Usar el entorno físico para distanciar a los seres humanos entre sí -con muros, barreras...- es una forma de ingeniería social que tiene un impacto negativo. Si piensa en las viviendas construidas en América Latina en los últimos 20 años, sobre todo en ciudades con niveles muy altos de violencia, secuestros, homicidios... verá que la reacción de los ricos ha sido construir sus propios muros y, por lo tanto, crear comunidades literalmente cerradas. Así que acaban viviendo en guetos para gente blanca, y eso hace que las siguientes generaciones crezcan sin conocer la diversidad. Uno de los activos de Londres es que incluso si usted vive en el barrio de Chelsea, en una casa de 15 millones de euros, lo más probable es que al salir a la calle contacte con gente distinta.
Viví en Shanghai siete meses en 2010, durante la Expo. Fue una experiencia enriquecedora como expatriado. Sin embargo, los atascos de tráfico épicos, los desplazamientos absurdamente largos, la alta contaminación y el contraste socioeconómico a pie de calle, donde los coches de lujo convivían con los precarios carros de los recogedores de cartón, no hacían de una ciudad de 20 millones de personas algo acogedor, precisamente.
No, aunque deberíamos tener cuidado al pensar que existe una ciudad perfecta. Existen rankings, como los de la revista Monocle, en cuyo top ten casi siempre aparecen Viena, Ginebra, Melbourne, Canberra... ¡Son todas tan aburridas! ¿Realmente querrías vivir allí? Por no hablar de que si no ganas 200.000 dólares al mes, no te puedes permitir hacerlo.... Hay que tener cuidado con el concepto acogedor. A menudo me preguntan cuál es mi mejor ciudad. No sé cual es la suya...
Seguramente, una mezcla de varias.
Por supuesto. Y todas son diferentes en función del ciclo de la economía. Por ejemplo, lo que funciona hoy en áreas de África no es el modelo Copenhague. Cuando Modi [el primer ministro indio] llegó al gobierno hace cuatro años se puso en marcha algo llamado misión de las ciudades inteligentes. Se animó a las ciudades a pedir fondos, y a alguien se le ocurrió invertirlos en panales solares, radares... En ciudades donde el 70% de las personas no disponía de un retrete, ¿a qué le estaban dando prioridad? Proporcionar un hogar digno y acceso a la educación y al empleo debe estar en el centro de la planificación de una buena ciudad.
En España, el desarrollo urbano en las dos últimas décadas ha tendido a veces más al interés económico que a satisfacer las necesidades de la población. La vivienda en ciudades como Madrid o Barcelona se ve como un medio especulativo. ¿Cómo se cambia esta percepción?
Con impuestos. Si permites construir esa cantidad de viviendas sin que nadie viva en ellas, vas a tener un problema, que en el caso de Madrid se ve desde el cielo. Dinamarca o Suecia, que no son lugares horribles, tienen leyes muy simples sobre la propiedad: si tienes una casa vacía, pagas.
La España interior está en estos momentos en el centro del debate público, con regiones que ya tienen menos densidad de habitantes que Laponia. ¿Qué haría usted para combatir la despoblación?
Bueno, esto conecta con su primera pregunta y el motivo por el que la gente se traslada al entorno urbano: el trabajo. Aquí estaríamos ante un desequilibrio endémico en cualquier sistema, a menos que se trate de la URSS o China. Si se fija en Reino Unido, la región del norte es relativamente pobre y con altos índices de paro. Y eso es fácil de explicar: son sitios remotos y no están bien comunicados. Una de las mayores actuaciones del gobierno en estos momentos es la construcción de un tren de alta velocidad, con un presupuesto de 40.000 millones de euros, para mejorar la conexión.
Madrid ha intentado ser sede olímpica en tres ocasiones (2012, 2016 y 2020). ¿Realmente merece la pena?
Soy consciente de que no es un buen momento para comparar ciudades españolas, así que voy a tener mucho cuidado con lo que digo... Sí, vale la pena, pero sólo si haces ciertas cosas. Lo primero: no invierta pensando en dos semanas de deporte, porque sería una pérdida de tiempo. En segundo lugar, use esa fantástica oportunidad, como me decía el alcalde de Londres todo el tiempo, para robar dinero al gobierno central. Nosotros conseguimos más de 9.000 millones de euros de dinero público para invertir en la ciudad y acabar con algunos problemas estructurales. Una de las cosas que promovimos fue lo que llamamos brownfield, es decir, priorizar el aprovechamiento de terreno industrial sin uso sobre la construcción en zona nueva. Los Juegos son una oportunidad única para hacer las cosas bien... o para equivocarse a lo grande, como pasó en Río de Janeiro, Atenas... Lo que sucedió en Barcelona en 1992 es claramente una referencia positiva.

Burdett admite que «hay un tendencia en desarrollo urbano que consiste en crecer, crecer y crecer... Ése fue el impulso de Ciudad de México o de Los Ángeles, por ejemplo. En términos medioambientales, el impacto negativo de esto es enorme, debido a la cantidad de desplazamientos». Así justifica que las dos primeras entregas de su investigación (The Endless City, publicada en 2008, y Living in the Endless City, de 2011) aludiesen desde el propio título a esa expansión desaforada. Burdett mira de reojo hacia la calle y pregunta por la situación de Madrid, con planes de crecimiento a corto plazo en el norte de la ciudad (Operación Chamartín) y en en el extrarradio sur (Los Berrocales). «Crecer sin límites es una idea terrible. ¿Cuánto tiempo se tarda de media en entrar en la ciudad? ¿Media hora? Eso me recuerda el caso de Hong Kong, donde se tarda 20 minutos. Pero allí viven ocho millones de habitantes y el 19% usa el transporte público...».

La ciudad china de Guangzhou ha quintuplicado su publicación desde 1990.