¿Qué ha hecho Oslo para ser la Capital Verde Europea del 2019?

Urbes sostenibles

La ciudad noruega se ha fijado como meta reducir sus emisiones a la mitad para el 2020 y ser neutral en emisiones de carbono en el 2050

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Oslo está rodeada por el bosque Marka y por el fiordo que da nombre a la ciudad

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Oslo es mucho más que la Opera House o la ciudad donde se entrega el Premio Nobel de la Paz. Su dedicación y esfuerzo para preservar los espacios naturales urbanos y para reducir la polución ambiental le han valido ser nombrada Capital Verde Europea del 2019. Este ‘título’ es concedido anualmente por la Comisión Europea para premiar el compromiso de las ciudades con el medio ambiente y el desarrollo sostenible. ¿Qué ha hecho la capital de Noruega para merecer este reconocimiento?

Con una población cercana a los 660.000 habitantes, Oslo está rodeada por el bosque Marka y por el fiordo que da nombre a la ciudad. La capital noruega está llevando a cabo actuaciones para conservar sus espacios naturales y por recuperar su red de 3.000 metros de ríos y arroyos para el disfrute de los ciudadanos. Esta apuesta le ha llevado a alcanzar un 32% de parques, bosque y áreas verdes.

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El 32% de la ciudad son parques, bosque y áreas verdes

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Destaca también la voluntad de la urbe para proteger la biodiversidad. Con este fin, se ha creado una especie de paso seguro para las abejas que atraviesa toda la ciudad y se han instalado arrecifes submarinos con refugios para peces y mariscos. Otras iniciativas similares son la creación de huertos urbanos y el concepto de parques comestibles.

Otro ámbito valorado por Bruselas es la lucha de Oslo contra el cambio climático, con unos compromisos muy ambiciosos, al igual que los logros conseguidos hasta la fecha. La urbe vikinga se ha fijado como meta reducir sus emisiones de CO2 a la mitad para el año 2020 (en comparación con 1990) y ser neutral en emisiones de carbono en el 2050, año en el que no deberá circular ningún vehículo contaminante. De momento, ya ha conseguido recortar las emisiones en un 35% desde el 2012.

El transporte es una de las principales armas de Oslo para reducir las emisiones de CO2. La ciudad es considerada la capital mundial del vehículo eléctrico. Las ventas de este tipo de coches representaron más del 60% el año pasado. En esta misma línea, los autobuses y los camiones de la basura funcionan con biogás, que es generado a partir de los residuos orgánicos de la propia urbe. También encomiables son las políticas llevadas a cabo por el consistorio municipal para impulsar el uso del transporte público o la bicicleta y para impedir o limitar la circulación en determinadas zonas de la ciudad, como el centro.

Otro de los frentes abiertos de la ciudad es reducir el consumo energético de los edificios, que en la fría y nublada Noruega representa el 40% del total del gasto energía del país. En este sentido, las nuevas construcciones buscan ser lo máximo eficientes posibles desde el punto de vista energético. La madera, un gran aislante térmico, juega un papel muy importante. De hecho, Oslo es conocido por albergar el rascacielos de madera más alto del mundo.

En el marco de esta apuesta por la sostenibilidad de Oslo, se están creando multitud de puestos de trabajo relacionados con la economía circular. No contento con todo ello, el ayuntamiento también ha impulsado la Business for Climate Network, una iniciativa que tiene como objetivo fomentar la cooperación entre la comunidad empresarial, los ciudadanos y las ONG para abordar el impacto que las actividades económicas tienen sobre el clima. Y, finalmente, cabe destacar también el Climate Budget o presupuesto climático, un conjunto de 42 medidas encaminadas a reducir las emisiones hasta la mitad en el 2020.

Más información en La Vanguardia:

La reinvención de Oslo, por David Dusster

Cómo sobrevivir 48 horas en Oslo, por Anna Solé Sans

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